Al asentamiento informal de Las Peñas, a las afueras de Cochabamba, le han denegado el derecho a formar parte de la ciudad, despojándole de los beneficios de la inversión pública en infraestructuras y servicios básicos. La barriada de Las Peñas forzó la reventa de las parcelas desocupadas (en manos de especuladores que aprovechan el precio creciente de las propiedades) por su precio original, más una cantidad pequeña, con el fin de financiar o cofinanciar infraestructuras en la comunidad como carreteras, viviendas y centros culturales y deportivos.

La estrategia principal ha consistido en notificar a los especuladores que no residían en su propiedad que, si en tres meses no justificaban su ausencia o se instalaban en ella (recuperando así la función social de la tierra), la propiedad saldría a la venta para familias pobres y jóvenes por su precio original, limitando así las ganancias de los propietarios de la tierra. La resistencia de los ‘propietarios’ de estas parcelas desocupadas que recurrieron a los tribunales e incluso a la violencia fue recibida con vigilias. Sin embargo, todos los ‘propietarios’ , con el tiempo, terminaron cediendo las tierras desocupadas a las familias pobres.

La iniciativa ha puesto fin al abuso de los especuladores y ha permitido financiar una pequeña biblioteca destinada a proporcionar apoyo escolar a los niños y niñas del barrio. Los lazos de solidaridad basados en el concepto del ayni (que significa “reciprocidad” entre la gente de las comunidades andinas en las labores agrícolas, la construcción de casas, etc.) y el trabajo colectivo de construcción de las casas planificadas también se vieron reforzados por esta iniciativa. Los residentes contribuyeron al proyecto con sus propios recursos técnicos, como por ejemplo, sus herramientas de construcción y, tanto los hombres como las mujeres afiliados al Concejo Comunitario, con mano de obra para los proyectos de construcción.

La redistribución de los pequeños beneficios obtenidos de la venta de las propiedades, así como otros tipos de contribuciones por parte de los vecinos, lograron generar cerca de 40 000 USD. Todo ese dinero, unido al trabajo comunitario, se destinó a financiar mejoras en el barrio, como por ejemplo: la construcción, la ampliación y la mejora de la red de carreteras y alcantarillado; o la dotación de servicios, como un campo de fútbol, equipamiento para la biblioteca municipal y vivienda para la población más pobre (y todo ello, sin ninguna ayuda externa).

“Que yo sepa, esta es la primera experiencia en la que se utilizan estrategias de ‘captura de plusvalía’ [es decir, destinar el valor de la propiedad a inversión pública] en áreas de desarrollo urbanístico ‘informal’. Además, la recuperación explícita de los mecanismos colectivos que los pueblos indígenas aplicaron tradicionalmente al control y gestión de la tierra (el ayllus) es tan inspirador como los esfuerzos por proteger y garantizar el derecho de las mujeres a una vivienda mediante iniciativas de autogestión y un sólido trabajo en red, tanto en el ámbito nacional como en el internacional.”
- Lorena Zárate, evaluadora de Ciudades Transformadoras

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