En 1992, las pésimas condiciones de vida de alrededor de 65 000 trabajadoras de la industria de los beedi (cigarrillos) en Solapur llevaron al Centro de Sindicatos Indios (CITU, por sus siglas en inglés) a asegurarles viviendas asequibles y decentes. La iniciativa —que empezó con la vivienda de las productoras de beedi, en su mayoría mujeres que eran el único sostén económico de sus familias—, se ha ido ampliando hasta abarcar a trabajadores del sector textil y de otros sectores no sindicalizados.

La lucha comenzó cuando un grupo de trabajadores y trabajadoras de Solapur, bajo el liderazgo del CITU, exigió al Gobierno una vivienda asequible. Cuando se ignoraron sus demandas, los trabajadores organizaron su lucha, formando sociedades cooperativas de vivienda y comprando tierras por su cuenta. A través de grandes movilizaciones, acciones de protesta y campañas, obligaron a los gobiernos central y estatal a asignar fondos para la construcción de viviendas.

Hasta la fecha, se han desarrollado tres programas de vivienda. El primero, Comrade Godutai Parulekar, ha sido aclamado como el mayor proyecto cooperativo de vivienda para trabajadores en Asia. La construcción de este proyecto de 10 000 viviendas comenzó en 2001 y terminó en 2006. Las mujeres participaron en el diseño de las casas y todo el proyecto fue concebido y construido por una empresa constructora local.

El segundo programa, Camarada Meenakshitai Sane, entrañó la construcción de 1600 viviendas para trabajadoras de la industria de los beedi y se inauguró en 2015. El tercer programa es, con mucho, el de mayor envergadura, y tiene como objetivo construir 30 000 viviendas asequibles para productoras de beedi, trabajadores textiles y otros trabajadores de sectores no organizados. Los gobiernos central y estatal aprobaron el proyecto en 2016, que incluirá toda la infraestructura y los servicios básicos, como escuelas, una universidad, un hospital, un mercado, lugares de culto, carreteras, agua y electricidad.

“No es habitual que las personas que enfrentan numerosas adversidades —mujeres, principalmente de castas desfavorecidas, que sobreviven con trabajos precarios y mal pagados y que viven en asentamientos informales— se organicen en una acción colectiva y logren una vivienda digna.”
– David Sogge, evaluadora de Ciudades Transformadoras

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