En septiembre de 2017, el terremoto más potente de la historia de México causó graves daños a las casas construidas tradicionalmente de las comunidades indígenas de Oaxaca. El gobierno municipal intervino para demolerlas, destruyendo el patrimonio arquitectónico del que dependían las familias para su sustento y reemplazándolo por viviendas modernas e inadecuadas. Pero la intervención de la ONG local Cooperación Comunitaria A.C. lo cambió todo, al movilizar a la comunidad para que construyera viviendas que no solo puedan resistir a los terremotos, sino que también se construyan utilizando técnicas tradicionales y adaptadas al clima y la cultura.

El Comité Ixtepecano, una organización comunitaria local, se puso en contacto con Cooperación Comunitaria A.C para reconstruir las viviendas. CC efectuó evaluaciones de los daños y las vulnerabilidades de las familias, incluido un ejercicio de mapeo y, a través de asambleas y reuniones, consensuó con las familias un modelo de reconstrucción. En los planes de reconstrucción se previeron hornos y cocinas tradicionales, con el objetivo de reactivar los medios de vida de las mujeres de la zona, así como la construcción de un Centro de Artes y Oficios, que se emplearía para enseñar a construir cocinas utilizando técnicas tradicionales. Y esto no fue todo: se reintrodujeron variedades locales de maíz para la elaboración de totopos, un alimento básico, y se realizaron una serie de talleres para mejorar las habilidades de construcción y ofrecer formación sobre la gestión del riesgo de desastres, el uso de los recursos naturales y el derecho a una vivienda adecuada.

Foto: Cooperación Comunitaria

Arquitectos de CC y un ingeniero proyectaron planes para 78 viviendas (20 nuevas y 58 reforzadas), utilizando técnicas y diseños tradicionales, como paredes de ladrillo doble a una altura de 4 metros, y una superficie de 72 m2, que permite que sus habitantes se sientan cómodos pese al clima caluroso. Al emplear materiales locales, se reactivó la producción de ladrillos en la zona, y se recuperaron, para su reutilización, otros materiales como losas, madera y ladrillos. Se elaboró una guía para reforzar las viviendas tradicionales y se tradujo al idioma local.


Para reactivar los negocios productivos de las mujeres, se reforzaron unos hornos especiales tradicionales en la base, para hacerlos resistentes a los terremotos. Hasta la fecha, 107 mujeres han restaurado sus negocios productivos gracias a la reconstrucción de 196 hornos y cocinas tradicionales, lo cual ha contribuido a la recuperación general de la economía doméstica. Un grupo de mujeres desarrolló propuestas para dos cocinas modelo en una serie de talleres de diseño comunitario; 247 personas aprendieron sobre la relación entre los recursos naturales y su hábitat; y 73 constructores aprendieron cómo reforzar sus hogares, cocinas y hornos de pan con materiales locales.

“El aspecto más inspirador de esta experiencia es el interés que han demostrado los organizadores y la población local en la arquitectura y la reconstrucción cultural y adaptada al clima. Los resultados evidencian que es posible complementar los conocimientos locales —por lo general no valorados— con los conocimientos que se derivan de una educación más formal en Arquitectura e Ingeniería.”
– Marcela Olivera

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