Desde 2015, Cargonomia, una iniciativa de Budapest, funciona como un centro sostenible de transporte urbano y un punto de distribución de alimentos ecológicos de proximidad a través de su servicio de reparto con bicicletas, su cooperativa de construcción de bicicletas, su finca de agricultura ecológica a escala familiar, su panadería de productos ecológicos, su distribuidora de vinos y su red de voluntarios y voluntarias.

Un día en la finca biológica de Zsambok, el socio agrícola de Cargonomia. Fotografía: Logan Strenchock

La cooperativa suministra más de 3000 cajas de alimentos al año, con mensajeros que recorren en bicicleta casi 18 000 km y prestan servicio en 27 km2 de la ciudad. Esta actividad reduce directamente el impacto ambiental de la producción y distribución de alimentos que, a escala mundial, representa aproximadamente una cuarta parte de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, así como una cantidad alarmante de desperdicio de alimentos.

Cargonomia opera desde un espacio que sirve como centro de despacho de repartos, punto de recogida de la caja de alimentos, taller de autorreparación de bicicletas, ropa y dispositivos electrónicos y centro de logística para soluciones sostenibles de transporte urbano donde los miembros de la comunidad pueden tomar prestadas bicicletas de carga de fabricación local. El espacio también sirve como centro de actividades comunitarias en torno a transiciones sostenibles, fomento de comunidades y formas de encontrar alternativas al crecimiento ilimitado y consumista.

Cargonomia es un buen ejemplo de que priorizar las relaciones, la interacción directa y el fomento de la comunidad puede generar una reducción sustancial de las emisiones de carbono y, al mismo tiempo, importantes impactos sociales positivos. Al prestar las bicicletas de carga a vecinos, bandas de música, organizaciones no gubernamentales y artistas, ha ayudado a despertar un interés creciente por las alternativas a los vehículos motorizados en Budapest. El impacto más amplio de esta red se deja notar en especial en el seno de la comunidad, a través de actividades periódicas que ofrecen espacios abiertos para el aprendizaje y el intercambio, creando condiciones propicias para un diálogo significativo entre vecinos y vecinas, artesanos y voluntarios.

Vincze con su bicicleta cargada de alimentos y panes biológicos en un día de reparto. Fotografía: Stefan Roch

“Lo que más me inspira de esta iniciativa es que el planteamiento de base vincula lo urbano con lo rural e intenta orientar la economía solidaria hacia una actividad política concreta.”
– Bertie Russell, evaluador de Ciudades Transformadoras

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